Comprendiendo las emociones

Volver tras unas largas vacaciones navideñas no es sencillo para nadie, la primera semana es dura y difícil para todos, bueno, menos para el papá de la casa, que tiene un poder de adaptación que ya lo quisiera yo. Aunque él también se queja porque nos tiene que soportar al resto, jejeje.

Vuelves muchos días a tu vida anterior, más bien a la parte bonita de esa vida (si obviamos el hecho de hacer cajas y vivir entre cajas) y con tu gente bonita. Y de pronto llegas a tu presente actual, a tu vida de ahora, ¡qué te encanta! pero los primeros días no te ubicas.

El poco inglés que sabías se te ha olvidado (menos a Juan, que nada más aterrizar ya cantaba en inglés). Intentas reorganizarte para meter las seis maletas que te unen a las festividades en tu pisito y especialmente para reconocer los sentimientos de todos y los tuyos propios.

Era para ver la cara del de seguridad de la estación de tren cuando me dijo "Habéis debido de ser muy buenos, porque los Reyes se han portado" (con sonrisita). Lo que él no sabía es que nos teníamos que ir hasta Dublín con ese cargamento y dos niños entre excitados y rebotados por la vuelta.

Y al final llegamos, con ayuda de una mujer de seguridad que tuvo que coger a mi hija en unas escaleras mecánicas porque le entró el pánico y se nos escapó, y nosotros no teníamos manos ni posibilidad de empezar a subir escaleras arriba... Juan con arnica en varios lugares de la cabeza, no os olvidéis que el aeropuerto es un lugar ideal para practicar deportes de riesgo. Y cuando aterrizamos, mi pijama y varias prendas repartidas por la cinta transportadora porque la bolsa grande había reventado, con toda la razón.

Y esperas la rutina tan añorada en ocasiones, con una mezcla entre descanso y nostalgia.  Y utilizas el Emocionario como libro de cabecera, porque los niños no saben ni lo que les pasa, menos mal que también explica el sentimiento de "confusión". Pero poco a poco te vas sintiendo cada vez más cómodo, más en tu lugar, y tus hijos empiezan a pedirte que les leas la alegría, la ternura y el amor. Y piensas ¡ya hemos vuelto!.




Vuelves a respirar naturaleza, a dar paseos cerca del mar. A tener ratitos para tí y a compartirlos también con gente bonita.

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